Nuestras luchas no siempre tienen respuestas en el momento, pero incluso cuando no podemos verlas, siempre tienen un propósito. Veamos cómo Dios nunca desperdicia dolor y sufrimiento transformándolos en preparación para algo mucho más grande. Veamos cómo todo sucede por algo y a través de las pruebas, las luchas y el dolor crecemos para ser fuertes y encontrar propósito.