Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Por donde quiera que miremos, si ponemos atención, hay evidencias del poder y el amor del Señor actuando sobre el universo. ¿No deberíamos alabarle por esto? ¿No deberíamos ser la gente más alegre del mundo al saber que tenemos una relación personal con ese Dios sobrenatural?
Alabar no es algo que hacemos, alabar es quiénes somos. Ven y juntos, ¡alabemos!