Queremos comenzar con el pie correcto, pero no tenemos el enfoque correcto. Nos planteamos una serie de metas, un cúmulo de cosas por hacer y otras tantas por dejar de hacer. Terminamos agotados y abandonamos todos nuestros objetivos más pronto de lo que imaginamos. Que tal si en lugar de apuntar a cosas que queremos lograr, más bien nos enfocamos en quién queremos llegar a ser.